
La inseguridad volvió a golpear con fuerza en la ciudad de La Plata, y esta vez el epicentro del caos es City Bell. En una sola cuadra ya se registraron nueve entraderas en apenas unos meses, seis de ellas con un nivel de violencia alarmante. Vecinos de la zona norte están desesperados, acorralados por delincuentes que operan con total impunidad y ante la absoluta inacción del Estado provincial.
Los robos tienen una metodología cada vez más precisa y brutal: cuatro delincuentes, un auto de apoyo y ataques a plena luz del día. Saben que tienen una ventana de tiempo de diez minutos hasta que llegue la Policía y la aprovechan sin piedad. En uno de los últimos asaltos, un delincuente terminó disparándose a sí mismo y la bala quedó alojada en el glúteo de un vecino, una escena tan absurda como reveladora del descontrol absoluto que se vive.
Los vecinos ya no dan más. Aseguran que viven en una zona liberada y que los criminales actúan con impunidad total, como si supieran que nadie los va a perseguir. Uno de los casos más aterradores fue el de una pareja de jubilados que fue torturada con agua hirviendo. Sí, en la ciudad gobernada por Julio Alak, en la provincia manejada por Axel Kicillof, a los abuelos los queman en su propia casa.
Hartos del abandono, los frentistas convocaron a una protesta masiva para el 5 de julio en Plaza Belgrano, sobre la avenida Cantilo. La marcha busca visibilizar el infierno que viven a diario y exigirle a las autoridades controles reales en los accesos a la ciudad. Según denuncian, los atacantes llegan desde distritos como Berazategui, Solano y Florencio Varela, y utilizan vehículos robados que circulan sin ningún tipo de control.
“Nos entran como quieren. Nadie vigila los ingresos por Camino Centenario, Belgrano o Ruta 36. Esto no da para más. O reaccionan o va a pasar una tragedia”, advierte Carlos, uno de los impulsores del reclamo vecinal.
City Bell arde. La Plata, bajo la gestión cómplice del kirchnerismo, se ha convertido en tierra de nadie. ¿Cuántas entraderas más tienen que sufrir los vecinos para que alguien haga algo? ¿Cuántos jubilados tienen que ser torturados para que Kicillof y Alak dejen de mirar para otro lado? La marcha del 5 de julio será el primer grito de una ciudadanía que se cansó del miedo.