
Un verdadero infierno vivió un empresario textil de Gonnet, víctima de un violento y despiadado secuestro que volvió a exponer el descontrol absoluto de la inseguridad en la Provincia de Buenos Aires. El hecho ocurrió el lunes por la noche, cuando Sandro Marcelo Cáffaro, de 60 años, salía de su fábrica de ropa en 133 entre 485 y 486. Un grupo de delincuentes armados lo interceptó y lo obligó a punta de pistola a iniciar una pesadilla que se extendió por más de doce horas.
El ataque fue certero y profesional. La banda lo cruzó en calle 489 mientras el empresario manejaba su camioneta Hyundai Tucson en dirección al Camino Centenario. Uno de los malvivientes se le puso en la ventanilla, lo encañonó y lo obligó a destrabar las puertas. En segundos, la banda completa ya estaba dentro del vehículo, y comenzó el secuestro.
Lo obligaron a conducir por la autopista, pasando por Villa Elisa, y luego lo desviaron hacia caminos que la víctima no pudo reconocer por el estado de shock en el que se encontraba. Tras cruzar un peaje, lo hicieron detenerse, lo vendaron con un trozo de tela y lo pasaron al asiento trasero. Allí se subieron nuevos integrantes de la banda, lo que revela una organización delictiva compleja y estructurada.
Durante más de diez horas lo tuvieron secuestrado en un lugar que Cáffaro describió como un “búnker”. Lo golpearon salvajemente, le dieron piñas, patadas, un culatazo en la boca y hasta simularon fusilarlo. Mientras tanto, lograron vaciarle las cuentas bancarias. Ni siquiera pudieron desbloquear su celular, pero eso no impidió que le robaran todo. El empresario ofreció dinero en efectivo, pero los delincuentes estaban decididos a ir por todo.
Finalmente, lo liberaron en una zona descampada al norte del conurbano, completamente golpeado y en estado de shock. Hasta el momento no hay detenidos y el monto robado no fue confirmado. La investigación avanza lentamente, mientras la impunidad y el terror se siguen paseando a sus anchas por las calles de una provincia donde el gobierno de Axel Kicillof ha perdido el control total de la seguridad.
Los vecinos de Gonnet están indignados y en estado de alerta. La falta de respuestas por parte del Estado provincial es alarmante, y este caso es otro botón de muestra de un territorio liberado para el crimen. ¿Cuántos empresarios, comerciantes o trabajadores más tienen que ser víctimas del abandono oficial para que alguien haga algo?
La inseguridad no da tregua, y mientras tanto, Kicillof y su ministro de Seguridad siguen mirando para otro lado.