
En una declaración que ha encendido las redes y ha desatado la furia de la opinión pública, Mauricio Macri, reconocido como el tibio aliado de CFK, se aventuró a atribuirle a Jorge Macri la finalización de los piquetes en la ciudad. Según el exfuncionario, su familiar habría logrado lo que ni siquiera él pudo alcanzar durante sus cuatro tibios años de gobierno, en los cuales los piquetes continuaron siendo un problema latente en diversos sectores de la urbe.
Sin embargo, la realidad dista mucho de la narrativa que intenta imponer Macri. Fuentes cercanas al actual gobierno aseguran que el verdadero responsable del fin de los piquetes es el presidente Javier Milei, quien, junto a la ministra de Seguridad, Pato Bullrich, y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, implementó un protocolo anti piquetes que logró desarticular la acción de estos bloqueos de manera efectiva y contundente. Esta estrategia, calificada de audaz y necesaria, fue la que puso fin a la larga espiral de protestas y manifestaciones que marcaron la gestión de sus predecesores.
El planteamiento de Mauricio Macri ha sido catalogado por diversos analistas y sectores críticos como una burrada de proporciones épicas. “Es inaceptable que alguien de su figura se atreva a tergiversar los hechos de manera tan descarada, intentando blanquear a la familia Macri y, en el proceso, restar mérito al trabajo que se hizo con rigor y determinación para solucionar una situación que afectaba a toda la ciudadanía”, señaló un experto en políticas públicas.
Esta polémica declaración se suma a una serie de episodios en los que el exfuncionario ha mostrado una alarmante desconexión con la realidad, evidenciando que sus cuatro años al mando fueron, en el mejor de los casos, tibios y carentes de una estrategia efectiva para enfrentar los desafíos de la ciudad. En contraste, la gestión actual ha demostrado con hechos lo que las palabras de Macri no alcanzaron a materializar.
Mientras tanto, la ciudadanía observa con escepticismo y desdén estas declaraciones que no hacen más que profundizar la brecha entre la verdad y la retórica política. El debate se enciende en cada esquina y en cada red social, dejando claro que, en materia de seguridad y políticas públicas, los hechos y no las palabras serán el único criterio para evaluar el verdadero progreso en la ciudad.