
Mientras la CGT y su entramado sindical preparan un nuevo paro político que busca paralizar el país, la Unión Tranviarios Automotor (UTA) confirmó que no se plegará a la medida impulsada por la mafia sindical. De esta manera, este jueves 10 de abril habrá colectivos en La Plata, el Conurbano y todo el AMBA, garantizando que millones de trabajadores puedan movilizarse con normalidad.
El vocero de la UTA, Mario Callegari, explicó que el gremio se encuentra bajo una conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo, lo que les impide adherirse legalmente al paro. Sin embargo, sus declaraciones dejaron entrever una postura más sensata y alineada con las necesidades reales de la gente: “Va a haber colectivos normalmente. Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”, afirmó en diálogo con Radio Mitre.
Esta decisión desnuda el verdadero carácter del paro general promovido por la CGT: una operación política encubierta bajo la bandera del reclamo gremial, que en realidad busca desestabilizar al gobierno de Javier Milei con métodos extorsivos que perjudican a los trabajadores en lugar de defenderlos.
Transporte paralizado, millones de perjudicados
Mientras tanto, otros sectores decidieron obedecer ciegamente las órdenes de la vieja casta sindical. Trenes Argentinos confirmó que no prestará servicio durante toda la jornada del jueves, afectando a más de un millón de usuarios y provocando pérdidas millonarias para el Estado. El subte porteño también estará completamente paralizado por decisión de los metrodelegados, que vuelven a castigar a los ciudadanos con medidas arbitrarias.
En el plano aéreo, el paro impactará con dureza. Aerolíneas Argentinas —símbolo del despilfarro kirchnerista— canceló 258 vuelos, dejando a 20.000 pasajeros varados. JetSMART suspendió todos sus vuelos nacionales, mientras que Flybondi y LATAM operarán con fuertes restricciones.
La adhesión de gremios como APA, APLA, UPSA y ATEPSA no es casualidad: son estructuras enquistadas en el aparato sindical que desde hace años priorizan sus privilegios por encima del bienestar general. Mientras los argentinos buscan trabajar, producir y salir adelante, estos dirigentes intentan trabar todo con medidas que pertenecen al pasado más oscuro del sindicalismo peronista.
Milei avanza, el sindicalismo retrasa
El gobierno de Javier Milei avanza con reformas que buscan liberar al país del peso muerto que significan los sindicatos corruptos, y esta convocatoria a un paro masivo no es más que un manotazo de ahogado de la vieja política que se resiste a morir.
En contraste con la parálisis promovida por la CGT, la decisión de la UTA marca un punto de inflexión. Representa un guiño a la Argentina que quiere trabajar, cumplir con la ley y dejar atrás el chantaje sistemático de los Moyano, los Daer y toda la casta sindical que vive del Estado y no del esfuerzo.
Este jueves, pese a la huelga de los dinosaurios gremiales, los colectivos circularán y millones de personas podrán ir a trabajar gracias a quienes decidieron no ceder ante el apriete sindical. Una muestra más de que el cambio ya comenzó y que la libertad avanza, aunque les duela.