
En medio de un escenario nacional que exige excelencia y resultados, la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) volvió a ser noticia, pero por los motivos equivocados: cayó 20 puestos en el prestigioso ranking global del Center for World University Rankings (CWUR), quedando relegada al puesto 752 entre más de 2.000 universidades del mundo.
Mientras los defensores del statu quo universitario culpan al contexto económico, desde La Curva advertimos una verdad que pocos quieren decir: el adoctrinamiento kirchnerista enquistado en las aulas y pasillos de la UNLP está haciendo estragos en la calidad académica. Mientras se destinan recursos a militancia disfrazada de cátedras, la investigación, la innovación y el nivel docente se hunden sin freno.
A pesar del derrumbe, la UNLP aún se mantiene como la segunda universidad del país, detrás de la UBA, que también sufrió una baja considerable, del puesto 390 al 409. Ambas, históricamente controladas por sectores afines al kirchnerismo y la izquierda universitaria, están mostrando señales claras de agotamiento. El modelo de universidad populista, donde importa más la ideología que la excelencia, está fracasando.
El CWUR mide cuatro factores claves: calidad educativa, empleabilidad, calidad del cuerpo docente e investigación. En los últimos años, estos pilares fueron erosionados sistemáticamente por décadas de gestión politizada, estructuras burocráticas y agrupaciones estudiantiles que se preocupan más por defender a la condenada Cristina Kirchner que por formar profesionales competitivos.
En total, solo siete universidades argentinas figuran entre las 2.000 mejores del mundo, y seis de ellas bajaron su rendimiento. La única que mejoró fue la Universidad Nacional de Córdoba, que, lejos del adoctrinamiento militante, logró subir unos puestos y ubicarse en el lugar 819. Las demás, como la Universidad Nacional de Rosario, del Litoral, de Cuyo y de Mar del Plata, también retrocedieron, consolidando un panorama preocupante para la educación superior en Argentina.
El mensaje es claro: las universidades que se convierten en trincheras ideológicas terminan pagando el precio con su prestigio y su nivel académico. Mientras no se desmonte la estructura de adoctrinamiento que domina gran parte del sistema universitario, las casas de estudio seguirán cayendo en los rankings… y con ellas, el futuro de miles de jóvenes.