
Una vez más, el kirchnerismo demuestra que no le importan ni los niños ni la salud pública. Este jueves, militantes ultra K tomaron por asalto el ingreso al Hospital Garrahan con una manifestación violenta y escandalosa que está poniendo en peligro la vida de decenas de chicos que luchan por sobrevivir dentro del centro pediátrico más importante del país.
Mientras afuera los manifestantes kirchneristas generan disturbios, cantan consignas políticas y bloquean accesos, adentro del hospital se están realizando cinco intervenciones médicas de altísima complejidad que requieren condiciones extremas de silencio, estabilidad y máxima concentración del personal médico.
Entre esas intervenciones se destaca un trasplante de hígado de una madre a su bebé, una operación crucial que, además, está siendo transmitida en vivo en el marco de un curso internacional de trasplante pediátrico, con la participación de especialistas de todo el mundo. Pero eso no es todo: también se están realizando dos neurointervenciones para tratar malformaciones arteriovenosas cerebrales congénitas —una condición rarísima y gravísima que puede terminar en muerte si no es tratada a tiempo—, y una cirugía espinal compleja por escoliosis sindrómica a un niño que fue derivado de otra provincia tras una operación fallida.
Todo esto en medio de los gritos, bombos y desmanes de los militantes K que no dudaron en alterar la paz de un hospital donde cada segundo cuenta para salvar vidas. Desde la dirección del Garrahan lanzaron un desesperado comunicado donde pidieron “respetar el trabajo de los profesionales de la salud y el derecho de los niños a ser atendidos en condiciones de seguridad y tranquilidad”, pero al kirchnerismo poco le importa.
El fanatismo político volvió a primar sobre la humanidad y el sentido común. No solo interrumpen el trabajo médico en uno de los hospitales más prestigiosos de América Latina, sino que además exponen a pacientes en estado crítico a un caos absolutamente evitable. El kirchnerismo eligió la vida de los niños como rehén de su mezquindad política.