
En una escena sacada de una película de acción, los vecinos de Los Hornos se pusieron la capa de justicieros y decidieron hacerle frente a la creciente ola de delincuencia en la zona. Con imágenes que han dejado boquiabiertos a propios y extraños, un grupo de ocho vecinos sorprendió a un ladrón armado que, tras perpetrar dos robos consecutivos, se vio envuelto en un espectáculo de justicia popular que, lejos de ser pacífico, se tornó en una verdadera orgía de golpes y desvaríos.
La acción tuvo lugar en la intersección de las calles 50 y 137, cuando el delincuente fue sorprendido intentando robar una moto para huir de un robo previo en un negocio de ropa. Lejos de esperar a que la justicia se movilizara, estos “vecinos héroes” decidieron que era hora de actuar, sometiendo al malhechor a una paliza que terminó con él pidiendo piedad entre sollozos. ¡Y es que cuando en Los Hornos se trata de robar, ya se sabe: hay tabla!
El alboroto se incrementó al conocerse que el ladrón, en un último intento desesperado, fue amordazado y azotado violentamente hasta la llegada de la policía. Finalmente, fue trasladado a la Comisaría Tercera, pero no sin antes sufrir golpes que, según algunos, parecieron sacados de una telenovela. Mientras tanto, el barrio sigue en alerta, con la inseguridad a la orden del día, evidenciada por asaltos recientes y el robo de un camión vital para la subsistencia de una familia.
Para colmo de la situación, no se puede obviar la mano temblorosa de Alak, a quien se le culpa directamente por esta espiral de inseguridad. Su gestión, o más bien la falta de ella, ha dejado a la comunidad desprotegida y vulnerable, fomentando un ambiente en el que la delincuencia encuentra terreno fértil para prosperar. La inacción y los errores en su administración han encendido la mecha de un descontento general que se hace cada vez más palpable en cada rincón de Los Hornos.
La polémica no termina ahí: la zona de Los Hornos se ha convertido en un hervidero de conflictos, donde el malestar por la creciente delincuencia se mezcla con acciones de justicia por mano propia, dejando a la ciudadanía entre la indignación y la sorpresa. ¿Será este el comienzo de una nueva era de vigilantes vecinales o solo un episodio aislado en una ciudad que ya no sabe a quién confiarle su seguridad?