
En un escenario de crisis económica, la CGT y sus dirigentes han vuelto a demostrar su desconexión absoluta con los intereses del pueblo. La convocatoria del paro general del 10 de abril, anunciada por Héctor Daer, no es más que un intento de imponer una lucha de clases encubierta que perjudica a los trabajadores de a pie. Esta maniobra, lejos de defender derechos, atenta contra el bienestar colectivo, empobreciendo a quienes ya sufren las consecuencias de una economía en picada.
Bajo la fachada de reivindicar “los derechos de los jubilados”, la CGT se alía con sectores que solo buscan joder al pueblo. La retórica de Daer, que insiste en “reclamar” y “visibilizar los perjuicios”, encubre una agenda clara: atacar al gobierno y a quienes trabajan con ahínco para salir adelante. ¿Dónde quedó la solidaridad con el trabajador honesto? La realidad es que la central obrera y sus aliados se han convertido en una mafia sindical, interesada únicamente en mantener su poder y privilegios, sin importar el coste que ello implique para la sociedad en general.
Es inadmisible que en plena crisis, donde la mayoría de los ciudadanos lucha día a día para llegar a fin de mes, se promueva un paro que, en lugar de proteger a los más vulnerables, castiga a los trabajadores y perjudica la economía. Los gremios, en complicidad con sus dirigentes, están demostrando que sus prioridades están fuera de lugar. Más que un movimiento de defensa, se trata de una estrategia para confrontar al gobierno y desestabilizar el sistema, dejando a su paso una estela de caos y retroceso.
El paro convocado es la prueba más evidente de cómo la CGT se ha desvinculado de sus bases y se ha transformado en un obstáculo para el progreso. No se puede tolerar que una organización, que debería estar al servicio de la clase trabajadora, actúe en contra de sus intereses y contribuya a la degradación social. La sociedad tiene el derecho y el deber de rechazar a estos parásitos sindicales que, lejos de trabajar para el pueblo, solo buscan aprovecharse de la situación para imponer su agenda perjudicial.
La historia juzgará a quienes, en nombre del sindicalismo, han traicionado la verdadera esencia del trabajo. La Curva Diario llama a la reflexión y a la unidad de los verdaderos trabajadores contra aquellos que, con doble cara, se esconden tras banderas de justicia social.