
En un verdadero cachetazo a los profetas del desastre, la economía argentina empieza a mostrar señales claras de recuperación real bajo el mando del Presidente Javier Milei. Los números no mienten: industria, construcción y minería pegaron un salto en abril que deja en ridículo el relato kirchnerista del ajuste “motosierra” sin rumbo.
Los datos oficiales del INDEC —organismo que en tiempos del kirchnerismo falseaba estadísticas para tapar la decadencia— confirmaron lo que ya se palpa en la calle: la industria manufacturera repuntó un 2,2% respecto a marzo y, lo más impactante, un 8,5% frente al mismo mes del 2024. Después de años de estancamiento provocado por el estatismo y los impuestos asfixiantes, las fábricas empiezan a encender motores gracias a un clima más amigable para producir y generar riqueza.
Pero eso no es todo: el sector de la construcción, bastardeado durante años por la corrupción estructural de la obra pública kirchnerista, también volvió a respirar. El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) subió un 5,1% en abril respecto a marzo, y un explosivo 25,9% frente al año pasado. Esta cifra deja en evidencia el fracaso del modelo anterior y el renacer de una actividad clave que genera empleo y moviliza la economía real.
La minería, en tanto, mostró un crecimiento más moderado pero sostenido: 0,9% mensual y 1,6% interanual. Un sector estratégico que empieza a recuperar protagonismo gracias al impulso a las exportaciones y al fin de las trabas absurdas impuestas por el populismo.
Los números del primer cuatrimestre también son contundentes: la industria crece un 6,7%, la construcción un 10,4%. Estos datos, lejos de ser aislados, reflejan una tendencia clara: la economía argentina empieza a levantarse después de haber sido saqueada por décadas de kirchnerismo, dirigismo y corrupción.
Mientras algunos sectores políticos y sindicales intentan fogonear el caos desde la calle, la realidad muestra que con reglas claras, orden fiscal y fin de los privilegios, el país puede volver a producir, crecer y atraer inversiones.
El modelo libertario empieza a dar resultados, y los que apostaron por el fracaso, una vez más, se quedan con las manos vacías.