
La furia kirchnerista volvió a explotar, pero esta vez no fue en Twitter ni en una plaza vacía: más de cien militantes encapuchados, presuntamente organizados por La Cámpora, asaltaron violentamente el edificio de TN y El Trece luego de que la Corte Suprema confirmara la condena a Cristina Fernández de Kirchner por corrupción.
Mientras la Justicia hacía historia con una sentencia que marca un antes y un después —6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos—, los soldados de la “jefa” optaron por la barbarie: forzaron rejas, destrozaron autos, rompieron televisores y tiraron piedras como en los peores días del 2001.
La sede de ARTEAR, en la calle Lima, fue el epicentro del vandalismo militante. Diez autos quedaron vandalizados y las imágenes del ataque parecen sacadas de Caracas, no de Buenos Aires. Los violentos actuaron con total impunidad, mientras la Policía miraba para otro lado.
Desde temprano, otro contingente de militantes K se instaló frente al búnker de Cristina, a pocas cuadras de la escena del crimen. Hacia la noche, la concentración tomó un tinte más oscuro, más masivo y, sobre todo, más violento.
¿Qué parte de “condenada por corrupción” no entendieron?
La respuesta de La Cámpora deja en claro que para ellos, democracia es cuando ganan, y cuando pierden… rompen todo.
Argentina está frente a una encrucijada: o defendemos la República, o nos entregamos al caos organizado de la impunidad militante.