
Ni la puerta de su propia casa le garantiza seguridad a los vecinos de La Plata. En un nuevo episodio de la creciente ola de inseguridad que azota a la ciudad, una familia fue víctima de un violento asalto en Barrio Aeropuerto. El hecho ocurrió el domingo por la tarde, alrededor de las 19:30, cuando un matrimonio y su hija llegaban a su vivienda ubicada en la zona de 612 y 124.
Mientras los padres estacionaban el auto, la menor descendió para buscar una bolsa olvidada. Fue entonces cuando el infierno se desató: un delincuente encapuchado, vestido de negro y armado, apareció de la nada, la agarró del cuello y la encañonó con una pistola en la cabeza. Con total frialdad y sin importarle el trauma que estaba generando, el ladrón amenazó a la familia exigiendo un teléfono celular.
El padre, desesperado por proteger a su hija, arrojó su celular al suelo. El asaltante lo tomó y escapó corriendo hacia una zona descampada del barrio. No se llevó más que un teléfono, pero dejó una marca imborrable en la familia que aún no puede creer lo que vivió.
La causa fue caratulada como “robo calificado” y quedó en manos de la Fiscalía Penal en turno. Según trascendió, se están analizando cámaras de seguridad cercanas, aunque hasta el momento no hay detenidos. ¿El rostro del ladrón? Cubierto. ¿Su identidad? Un misterio. ¿La respuesta del Estado? Brilla por su ausencia.
Mientras tanto, Axel Kicillof sigue más preocupado por defender a piqueteros y militantes que por garantizar la seguridad de los bonaerenses. La realidad es que los vecinos están cada vez más solos, a merced de criminales que actúan con total impunidad y sin miedo a las consecuencias.
Una vez más, el relato del progresismo se estrella contra los hechos. La gente vive con miedo, las familias son rehenes en sus propios barrios y el Estado mira para otro lado.