
La gestión kirchnerista de Julio Alak en la Municipalidad de La Plata sigue dando muestras de que su prioridad no es la seguridad, ni las obras en los barrios, ni la mejora de los servicios básicos: es la recaudación. Ahora, el municipio anunció la privatización del cobro de tasas municipales, una medida que confirma lo que muchos vecinos ya vienen sintiendo en el bolsillo: el ajuste local lo paga el contribuyente.
A través de la Licitación Pública N°17/2025, la comuna busca contratar a una empresa privada para que, a cambio del 10% de todo lo recaudado, se encargue de “modernizar” y “agilizar” el sistema tributario. Es decir, quieren cobrar más, más rápido y con menos morosidad. ¿El motivo? Sencillo: la voracidad fiscal de la gestión Alak no tiene freno.
El plan incluye desde el “enriquecimiento de padrones” hasta una mayor fiscalización sobre los vecinos que no pagan al día. Traducido: más presión tributaria, más controles y más multas. Y como si fuera poco, se creará un “Fondo para Tecnología Informática” que también se financiará con la recaudación. Mientras tanto, la periferia platense sigue esperando cloacas, luminarias y asfalto, y los índices de inseguridad siguen siendo alarmantes.
Alak quiere que una empresa detecte “inconsistencias”, fiscalice mejor, actualice bases de datos y hasta sugiera reformas normativas para que el municipio siga exprimiendo a los platenses. No se trata de un municipio quebrado, sino de uno que recauda más que nunca… y lo gasta en maquillaje: arreglos cosméticos en el centro, pintura y cartelería, mientras los barrios siguen olvidados.
Además, todo este aparato recaudador no afectará las competencias del municipio, dicen. Claro, el que aprieta sigue siendo el Estado, pero ahora con el brazo largo del sector privado.
Lo paradójico es que el gobierno de Julio Alak, que responde a la misma lógica estatista del kirchnerismo que históricamente repudió las privatizaciones, hoy terceriza el cobro de tasas para seguir financiando una gestión que no da respuestas concretas donde más se necesitan: seguridad, iluminación, recolección de residuos en la periferia, obras hidráulicas, o urbanización real.
Mientras tanto, el vecino de a pie paga. Y paga cada vez más. Porque si hay algo que sabe hacer el kirchnerismo –incluso a nivel municipal– es recaudar y dilapidar.