
La Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP se tiñe cada vez más del adoctrinamiento y la violencia institucional perpetrada por La Cámpora, que ha transformado el centro académico en una unidad básica de propaganda política. La reciente y estremecedora denuncia de la profesora Andrea Holgado, una docente con más de 30 años de trayectoria, evidencia la gravedad de un sistema que oprime y margina a los académicos en pos de intereses partidarios y de un modelo de gobierno parcial.
Holgado ha denunciado, en un comunicado sin pelos en la lengua, cómo fue desplazada de su cátedra y reemplazada por Laura Alonso, figura cercana a los altos mandos de La Cámpora y exfuncionaria de los ministerios de Educación y Desarrollo Social. Según la docente, esta reestructuración se realizó a través de maniobras poco transparentes y completamente orientadas a favorecer intereses políticos, relegando lo académico a un segundo plano. La campaña de difamación contra Holgado, sumada a la injerencia arbitraría del nuevo equipo directivo, deja en evidencia que en la Facultad la política se impone de forma brutal sobre el mérito académico.
El relato de Holgado resulta alarmante: se vio obligada a aceptar la designación de ayudante de una militante camporista, tarea que consideró inapropiada al ver cómo se desvirtúa el proceso de elección basado en el rendimiento y trayectoria del estudiante. Pero la violencia institucional no terminó allí. La docente asegura que se le retiró su dedicación exclusiva –su único sustento económico— sin justificación alguna y en plena campaña de marginación y represión contra quien osa cuestionar las prácticas adoctrinadoras.
Mientras tanto, el comunicado oficial de la Facultad intenta maquillar la situación, criticando a Holgado por supuestas inasistencias y faltas en la metodología de sus clases, una argumentación que sólo pone en evidencia la doble moral y la politización desmedida del ambiente académico. En este contexto de disputa interna, en la cual se debaten intereses de figuras como Florencia Saintout y Leandro “Chaucha” Quiroga, la verdadera víctima es la calidad educativa, sacrificada en aras de intereses partidarios.
La transformación de la Facultad en una unidad básica de adoctrinamiento es una muestra más de cómo la violencia institucional y la politización han infectado los espacios de formación, dejando en el olvido los verdaderos objetivos del conocimiento y la formación crítica.