
El pánico se apoderó del kirchnerismo tras el anuncio del acuerdo histórico entre La Libertad Avanza y el PRO para disputar juntos las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Así lo dejó en claro la senadora bonaerense Teresa García, una de las espadas de Cristina Kirchner en el Senado provincial, quien admitió públicamente que una derrota en la provincia “sería casi una catástrofe” para el peronismo. ¿Miedo a perder el control político? Sí. Pero sobre todo, miedo a quedarse sin los curros, los cargos y las cajas millonarias que manejan hace décadas.
Las declaraciones de García dejan al descubierto el nerviosismo que reina en La Plata y en el Instituto Patria, luego de que Karina Milei y Cristian Ritondo sellaran el acuerdo en la Casa Rosada para competir como una sola fuerza en las elecciones de septiembre y octubre. Se terminó el jueguito de la fragmentación opositora: ahora el kirchnerismo deberá enfrentar a una oposición unida que promete barrer con el aparato que montaron durante años en la provincia más poblada del país.
“Es Cristina la que tomó la decisión de facilitar todo lo que el gobernador quisiera”, dijo García, en un claro intento de apuntalar a un Axel Kicillof que está más perdido que nunca y no logra controlar ni su propio espacio. El operativo clamor por la “unidad” del peronismo es solo el reflejo del miedo: el miedo a perder las cajas, el miedo a dejar de manejar la obra pública a dedo, el miedo a que se les acabe el festival de contratos, subsidios truchos y cargos inventados.
Mientras tanto, García defiende la permanencia de Cristina Kirchner en la conducción del peronismo, a pesar de que la condenada por corrupción ya no tiene legitimidad alguna fuera de su núcleo duro. “Es la dirigente que más concita adhesión”, dijo sin sonrojarse, ignorando que el país entero ya votó por dejar atrás la era del saqueo K.
La realidad es simple: el kirchnerismo ve peligrar su bastión principal, la Provincia de Buenos Aires, y por eso empieza a transpirar. Porque saben que si pierden el poder territorial, pierden también el blindaje judicial, los negocios paralelos y la estructura clientelar que los sostiene. La alianza entre libertarios y el PRO no solo dinamita las chances del peronismo, también expone con crudeza la desesperación de una clase política que ya no tiene nada para ofrecer salvo miedo, amenazas y relatos.
Se viene un nuevo mapa político en la provincia, y los que se creían eternos comienzan a prepararse para el final.