
La revolución minera arranca con todo. En lo que ya se perfila como un punto de quiebre para la economía argentina, el Gobierno de Javier Milei aprobó el primer megaproyecto bajo el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), con una inversión colosal de más de USD 2.500 millones por parte del gigante angloaustraliano Rio Tinto, la segunda minera más grande del planeta.
El anuncio fue realizado durante el evento ArMinera por el secretario Coordinador de Energía y Minería, Daniel González, quien dejó en claro que el RIGI no será usado para “premiar proyectos viejos”, sino para atraer capital fresco y real. El proyecto, que se asentará en Salta, se enfocará en la producción de litio, el mineral estrella de la transición energética global.
La planta —bautizada “Rincón 3.000”— ya había comenzado en fase piloto, pero el verdadero salto se concretó en diciembre de 2024, cuando el directorio global de Rio Tinto dio luz verde a la producción a gran escala de 53.000 toneladas anuales de carbonato de litio grado batería. Esto fue posible gracias a las reformas del Gobierno libertario y al nuevo marco legal del RIGI, impulsado en la Ley Bases.
Este proyecto no es un hecho aislado. Milei recibió personalmente en la Casa Rosada a los popes de Rio Tinto, entre ellos el CEO global Jakob Stausholm, demostrando el apoyo político total del Ejecutivo a la llegada de inversiones genuinas que cambian el mapa productivo nacional.
Con esta movida, Rio Tinto se consolida como la mayor productora de litio en Argentina, tras absorber a Arcadium Lithium por USD 6.700 millones y controlar dos de los seis proyectos de litio actualmente en producción.
Pero esto recién empieza: la empresa ya planea otros dos proyectos millonarios en Catamarca, mientras otras multinacionales ponen la lupa sobre el RIGI. El kirchnerismo se opuso con uñas y dientes a este régimen, pero los hechos hablan por sí solos: la Argentina productiva ya empezó a moverse y Milei está al volante.