
La inseguridad en el Conurbano no da tregua y esta vez la víctima fue un colectivero que terminó salvando su vida de milagro tras ser brutalmente apuñalado por delincuentes en plena jornada laboral. El hecho ocurrió el martes por la noche en la localidad de Villegas, partido de La Matanza, uno de los bastiones del kirchnerismo más abandonados por el Estado.
El chofer, que pertenece a la línea 126, circulaba por su recorrido habitual cuando, cerca de las 23 horas, tres sujetos subieron a la unidad simulando ser pasajeros. A los pocos minutos, cuando ya no quedaban más personas a bordo, desenfundaron armas blancas y lo atacaron con salvajismo para robarle. El trabajador, que intentó defenderse, terminó con tres puñaladas: una en la cabeza, otra en el brazo y otra en la pierna.
A pesar de la gravedad del ataque, fuentes policiales confirmaron que el colectivero se encuentra fuera de peligro tras recibir atención médica. Le realizaron tres puntos en la cabeza, tres en el brazo y dos en la pierna. La escena fue digna de una película de terror, pero es la realidad cotidiana que se vive en los distritos donde el kirchnerismo gobernó por décadas sin brindar ni seguridad ni soluciones.
El hecho generó una reacción inmediata de los compañeros del chofer, que este miércoles iniciaron un paro total de actividades en reclamo de mayor seguridad. Se concentraron en la cabecera de La Tablada y luego cortaron la rotonda de San Justo, exigiendo respuestas urgentes de las autoridades. “Esto es insostenible. Tenemos como seis denuncias en el mismo lugar. No vamos a esperar que muera un compañero para que hagan algo”, dijo Julián, delegado de la línea, en declaraciones televisivas.
La línea 126 permanece totalmente paralizada en el AMBA y no hay certezas sobre cuándo retomarán el servicio. En lo que va del año, ya son múltiples los ataques que sufrieron los colectiveros de la zona. El mes pasado, hubo al menos tres asaltos a mano armada en los que también hubo heridos.
Mientras tanto, el gobernador Axel Kicillof sigue más preocupado por mantener su aparato político que por garantizar la seguridad de los bonaerenses. La Matanza, manejada históricamente por el kirchnerismo, se ha transformado en tierra de nadie, donde el delito manda y los trabajadores arriesgan su vida cada vez que salen a cumplir con su deber.
La bronca crece, la paciencia se agota y el reclamo es claro: seguridad ya, antes de que tengamos que lamentar una muerte.