
Mientras miles de bonaerenses enfrentan la inflación, la inseguridad y el desempleo, el gobierno de Axel Kicillof sigue dando muestras de su desconexión con la realidad. Esta vez, el absurdo se encuentra en el Ministerio de Desarrollo Agrario, a cargo de Javier Rodríguez, que acaba de destinar la escandalosa suma de $40 millones para la compra de papel. Sí, en pleno 2025, mientras el mundo avanza hacia la digitalización, el Estado provincial sigue atrapado en el siglo pasado, gastando millones en insumos obsoletos.
La contratación fue publicada en el Boletín Oficial, donde se detalla la adquisición de resmas de papel blanco, cartulinas, sobres, talonarios y otros productos de papelería. El objeto, según se indica, es abastecer las oficinas del Ministerio, que sigue funcionando con prácticas burocráticas heredadas del modelo estatal más ineficiente. Lo que debería estar informatizado, automatizado o incluso eliminado, es mantenido artificialmente por una estructura política incapaz de modernizarse y obsesionada con sostener el gasto público.
Este nuevo episodio de derroche no sorprende dentro de la lógica kirchnerista que impera en la administración Kicillof: una provincia quebrada, con escuelas sin gas, hospitales colapsados y rutas intransitables, pero que no escatima a la hora de engordar la maquinaria estatal. Mientras tanto, el gobernador sigue culpando al Gobierno Nacional de los problemas estructurales de Buenos Aires, sin asumir la responsabilidad por el despilfarro cotidiano que caracteriza a su gestión.
La gestión de Kicillof no solo es cara, sino ineficaz. Lejos de priorizar soluciones reales para el campo bonaerense, su Ministerio de Desarrollo Agrario se dedica a gastar millones en papel como si estuviéramos en los años 80. Un símbolo claro de lo que representa este Estado: ineficiencia, anacronismo y desprecio por el contribuyente.
La Provincia de Buenos Aires no es inviable por naturaleza, sino por culpa de quienes la gobiernan con lógica clientelar y sin ningún compromiso con la eficiencia. Es hora de terminar con esta estructura arcaica y dar lugar a una administración moderna, austera y enfocada en los bonaerenses productivos, no en la casta estatal.