
Ciudad del Vaticano – Fumata blanca y una elección que ya da que hablar. El nuevo pontífice, León XIV, ha sido proclamado hoy en la Plaza de San Pedro, despertando no solo esperanza entre los fieles, sino también una ola de análisis sobre el significado de su nombre. No se trata de un detalle menor: el último papa llamado León, León XIII, fue un feroz crítico del socialismo y un defensor encendido de los principios tradicionales de la Iglesia.
En su encíclica Rerum Novarum de 1891, León XIII no dejó espacio para interpretaciones blandas. Sentenció con contundencia:
“El socialismo, al pretender transferir al Estado la propiedad de los bienes, es radicalmente injusto y contrario al derecho natural.”
Y fue aún más lejos, al afirmar:
“El socialismo es injusto y antinatural.”
Estas frases, pronunciadas en pleno auge de las ideas marxistas en Europa, no solo marcaron una posición doctrinal: fueron un grito de guerra del Vaticano contra lo que consideraba una amenaza existencial al orden natural y divino.
Hoy, la elección del nombre León XIV no pasa desapercibida. Aunque el nuevo Papa ha mostrado hasta ahora un talante moderado, el simbolismo es ineludible. En tiempos donde conceptos como “redistribución”, “justicia social” y “Estado presente” vuelven al centro del debate global, la sombra larga de León XIII parece proyectarse sobre el presente como una advertencia en latín.
¿Qué quiso decir el nuevo pontífice al elegir ese nombre? ¿Es solo una evocación histórica o un sutil mensaje sobre la necesidad de reafirmar principios eternos en un mundo que vuelve a coquetear con viejas utopías?
Por ahora, el Vaticano guarda silencio. Pero las palabras de León XIII, duras como mármol romano, retumban nuevamente: el socialismo, según Roma, sigue sin tener lugar entre las columnas de San Pedro.