
Mientras el kirchnerismo lloriquea por la motosierra, la Argentina real produce, crece y bate récords. Gracias al impulso libertario y al modelo energético de Javier Milei, el sector petrolero nacional registró entre enero y marzo de 2025 su mejor primer trimestre desde 2009. Vaca Muerta volvió a ser protagonista, consolidándose como el motor de un país que, cuando se saca de encima la política parasitaria, demuestra de lo que es capaz.
Según datos de la Secretaría de Energía, en apenas tres meses se extrajeron 10,7 millones de metros cúbicos de crudo, un salto del 9,8% respecto al mismo período del año pasado. ¿La clave? Neuquén, la provincia que ya dejó de ser promesa para transformarse en potencia: produjo el 60% del petróleo nacional y superó, por primera vez, los 6 millones de metros cúbicos en un trimestre. Un récord absoluto, con un crecimiento interanual del 20,87%.
Mientras tanto, provincias gobernadas por estructuras más ligadas al viejo modelo político, como Chubut y Santa Cruz, se hunden en la ineficiencia de sus cuencas maduras. La brecha entre el dinamismo de Vaca Muerta y el estancamiento del resto del país es cada vez más clara: donde hay libertad, hay progreso; donde hay kirchnerismo, hay atraso.
Empresas como YPF (liberada del control político), Vista, Shell y Pan American Energy son parte del nuevo mapa petrolero que está marcando el rumbo del país. Invierten, innovan y extraen con eficiencia. Y lo hacen sin subsidios, sin relato, y sin militantes camporistas metiendo la mano en la caja.
En contraste, la vieja Argentina petrolera que gobernaba a golpe de sindicato y caja estatal se desmorona. Vaca Muerta no sólo reemplaza la producción que se pierde en esas cuencas agotadas, sino que la supera con creces, llevando a la Argentina por el camino del autoabastecimiento y la exportación.
Este nuevo hito no es casualidad. Es el resultado de un gobierno que dejó de castigar al sector privado, que eliminó trabas ideológicas y que liberó la inversión energética. El resultado está a la vista: récords de producción, empleo en aumento y un país que, por fin, empieza a despertar de la pesadilla populista.