
La interna del kirchnerismo bonaerense se transformó en un verdadero campo de batalla. Tras el anuncio del desdoblamiento electoral por parte del gobernador Axel Kicillof, que busca despegarse del arrastre negativo de Javier Milei en Nación, una insólita y sospechosa operación política dejó en evidencia el fuego cruzado dentro del Frente de Todos. Esta vez, la víctima fue nada menos que Carlos “Carli” Bianco, mano derecha del gobernador y actual jefe de Asesores, quien fue expuesto públicamente por un operativo de tránsito que, todo indica, fue armado desde adentro.
El hecho se desencadenó en la Autopista Buenos Aires – La Plata, donde agentes de Seguridad Vial detuvieron el vehículo oficial en el que se trasladaba Bianco. Supuestamente, el operativo —montado por el Ministerio de Transporte bonaerense, comandado por Martín Marinucci, hombre de confianza de Sergio Massa— encontró una infracción por alcoholemia. Pero lo verdaderamente escandaloso es la velocidad con la que se filtró la información a los medios, incluso antes de que el acta llegara al Juzgado Administrativo de Infracciones de Tránsito Provincial, que todavía ni se había enterado.
El mensaje fue claro y dirigido: alguien desde adentro quiso exponer a Bianco y lo hizo con una sincronización quirúrgica. La Dirección Provincial de Seguridad Vial, a cargo de Jorge Orzali, depende del propio Ministerio de Transporte. Allí también se compran los equipos de control de alcoholemia, con licitaciones millonarias que en su momento manejó Patricio D’Angelo. Todo queda en casa. Todo queda bajo control de los massistas.
Pero la vendetta no terminó ahí: también se filtraron las numerosas multas previas del vehículo oficial en el que viajaba Bianco, información que legalmente solo puede ser consultada con DNI por el titular. Otro dato que confirma que la operación salió desde las entrañas de la gestión bonaerense.
El escándalo estalló justo después de que Kicillof decidiera desdoblar las elecciones, una jugada que no cayó bien en el massismo, que ve cómo el gobernador intenta salvar su pellejo electoral aún a costa de dinamitar lo poco que queda del peronismo unido. La respuesta no tardó en llegar: una emboscada quirúrgica contra su hombre de confianza.
Los analistas no dudan: esto fue una vendetta interna, una señal mafiosa en el tablero político bonaerense. Massa, Kicillof, La Cámpora y los intendentes del conurbano están sacando los cuchillos, y en el medio queda expuesta la podredumbre de una interna peronista que ya no se oculta ni se disimula.
Mientras tanto, la provincia arde y los bonaerenses siguen pagando el precio de una política tomada por mafias, venganzas y operaciones.