
El reciente ascenso de Argentina en el Índice de Libertad Económica, subiendo 21 puestos hasta ubicarse en el puesto 124 a nivel mundial, es una clara muestra de que la libertad económica es el camino hacia el desarrollo y la prosperidad. Este avance no solo simboliza una transformación en la política económica del país, sino que también representa un giro radical respecto al modelo intervencionista del kirchnerismo, que durante años hundió a Argentina en una categoría de “economías reprimidas”.
Bajo el kirchnerismo, las políticas intervencionistas, el alto gasto público y la burocracia excesiva impidieron que la economía floreciera. La falta de disciplina fiscal y los controles rígidos sobre precios y sectores estratégicos generaron un ambiente de incertidumbre que ahuyentó a la inversión y deterioró la competitividad del país. Estas medidas, lejos de resolver los problemas estructurales, crearon distorsiones en la economía que se reflejaron en indicadores negativos a nivel internacional.
En contraste, países desarrollados como Irlanda y Suiza han logrado consolidarse como modelos de libertad y prosperidad. Irlanda, por ejemplo, se ha destacado por su régimen fiscal favorable, lo que la ha convertido en un imán para la inversión extranjera, y ha impulsado un desarrollo tecnológico y económico de primer nivel. Suiza, por su parte, ha cimentado su éxito en una combinación de estabilidad política, un sistema financiero sólido y una orientación hacia la innovación, elementos esenciales para mantener altos niveles de competitividad en la economía global.
El salto de 21 puestos que experimentó Argentina es un hito histórico que evidencia el cambio de rumbo que ha traído la administración de Javier Milei. Este avance en el Índice de Libertad Económica refleja la adopción de políticas basadas en la apertura de mercados, la disciplina fiscal y la reducción de la intervención estatal, elementos que han sido cruciales para dejar atrás décadas de gestión fallida. Al adoptar reformas estructurales y eliminar trabas burocráticas, Argentina se posiciona en la senda de la libertad económica, un camino que ha demostrado ser exitoso en países como Irlanda y Suiza.
Este cambio de paradigma es una señal inequívoca de que es posible revertir años de políticas que han limitado el crecimiento, abriendo paso a un futuro en el que la apertura, la inversión y la innovación sean los motores del progreso y el bienestar de los ciudadanos.