En el Lollapalooza 2025, Dum Chica se lució de la peor forma al encender pantallas gigantes con un video de lo más repugnante: el presidente Javier Milei aparece como un demonio, con colmillos, cuernos de cabra, la boca hecha un chorro de sangre y, para colmo, su cabeza explota en una escena de mal gusto que incita directamente al odio.

Este ataque visual no es más que un intento descarado de manipular a la población, disfrazado de performance, en un festival con tintes de progresismo palermitano kirchnerista. Dum Chica, con esta jugada barata, busca moldear las ideas de los asistentes y empujar una agenda que tiene poco que ver con el verdadero arte y mucho con la propaganda política. Una provocación tan vil y sin fundamentos que deja claro que el único objetivo es generar caos y dividir a la sociedad.
Pero el despropósito no termina ahí. Lollapalooza y Samsung, al respaldar este recital de maldad, se meten de lleno en un circo de intolerancia. Es inaudito que un festival de la talla de Lollapalooza, y marcas tan reconocidas como Samsung, se dejen llevar por un espectáculo tan vil que mancilla la imagen de nuestras instituciones. ¿Cómo es posible que en pleno 2025 se permita que se utilice el arte como arma para difundir odio y manipular a la gente?
Un festival que debería ser sinónimo de cultura y entretenimiento se ha visto empañado por la irresponsabilidad de unos cuantos, que prefieren el insulto y la provocación barata a la reflexión y el respeto. La imagen del presidente Milei fue vilmente tergiversada con recursos grotescos que rozan lo insultante, dejando a muchos con un sabor amargo.
Este escándalo quedará como un triste recordatorio de hasta dónde están dispuestos a llegar para ganar notoriedad, sin medir el daño que causan. Una jugada repugnante y manipuladora que, sin duda, encenderá la furia y el rechazo de todos aquellos que valoran la decencia y el respeto en el debate público.